
Hoy en día, vivimos rodeados de situaciones que, seamos sinceros, nos llenan de estrés: problemas económicos, dudas existenciales, líos familiares, enfermedades… la lista sigue. Últimamente, parece que todo el mundo habla de cómo prevenir el estrés, y no es para menos. Este no solo afecta nuestra mente, sino que también le pasa factura al cuerpo. Si el estrés se vuelve crónico, empieza a desajustar todo, y ahí es cuando llegan los problemas: insomnio, depresión, cambios de humor, ansiedad, problemas con la comida... suena familiar, ¿no? A algunos se les va el hambre por completo, mientras que otros no pueden parar de abrir la nevera. Así que, si notas que has ganado unos kilitos extra, aquí va una pregunta importante: ¿te sientes estresado? Si la respuesta es un “sí” rotundo, vamos a contarte por qué cuidar lo que comes puede marcar la diferencia en estos momentos de tensión y qué alimentos te pueden echar una mano.
Cuidado con el estrés y tu peso
El estrés y el peso tienen una relación complicada, y para entenderla mejor, es clave que distingamos sus diferentes “versiones”: **Estrés agudo:** Este es el estrés que aparece de repente, como cuando tienes un susto o enfrentas algo inesperado (un accidente, una mala noticia, etc.). Nuestro cuerpo se pone en modo alarma y, gracias a las glándulas suprarrenales, liberamos adrenalina para reaccionar rápido. **Fase de resistencia:** Aquí el estrés ya se ha instalado. El cuerpo empieza a pedir más energía para enfrentarlo. El cerebro manda señales para que las glándulas suprarrenales liberen cortisol, que ayuda a mantener los niveles de azúcar en sangre bajo control. **Estrés crónico:** Cuando el estrés se convierte en un compañero constante, se desata el caos. El cuerpo sigue produciendo cortisol sin parar, y esto puede hacer que los niveles de azúcar en sangre suban, provocando que esos azúcares se conviertan en grasa. ¿El resultado? Cansancio extremo, problemas de sueño, líos metabólicos, aumento de peso... ¡un drama! El estrés no solo afecta nuestra mente; también se mete con nuestro cuerpo de mil maneras. Desde problemas digestivos (como estreñimiento, reflujos o diarrea) hasta esos ataques repentinos a la despensa o, al contrario, la pérdida total de apetito. Por eso, mantener una dieta equilibrada y aprender a manejar el estrés es un combo ganador.
El estrés y el picoteo
¿Te suena eso de “comer por las emociones”? Seguro que sí. Es como cuando llegas después de un día agotador y, aunque ni tengas hambre, te comes una bolsa de papas fritas como si fuera el premio del día. ¿Te identificas? Con el tiempo, este tipo de picoteo emocional puede convertirse en un hábito difícil de soltar, y créeme, no hace ningún favor ni a tu cuerpo ni a tu salud. Por eso, es súper importante identificar qué te lleva a picotear y recuperar el control sobre tu forma de comer. No se trata de renunciar a las cosas que te gustan, sino de preguntar a tu estómago si realmente tiene hambre antes de abrir esa tableta de chocolate. Si el estrés te está ganando la partida, prueba a respirar profundamente antes de lanzarte al snack. Y si de verdad tienes hambre, elige opciones más saludables (frutas, yogures, un puñado de almendras…) que también te saciarán sin pasarte de calorías.
¿Por qué comer alivia el estrés?
Comer cuando estás estresado es algo de lo más común. En cuanto nos metemos un bocado de algo “reconfortante”, parece que la ansiedad se va (aunque sea por un rato). Seguro has vivido esa escena de película donde alguien cura una pena con un helado gigante. Es algo que muchos hacemos casi sin pensarlo, porque está en nuestra naturaleza. El problema llega cuando comer se convierte en nuestra única forma de lidiar con el estrés. Ahí es cuando la cosa se complica, porque este hábito puede acabar siendo dañino para nuestra salud.
Alimentos que ayudan a combatir el estrés
¡Noticia buena! La comida también puede ser una gran aliada contra el estrés. Lo ideal es evitar cosas como alimentos muy picantes o ácidos en estos momentos, y en su lugar, llenar tu plato con cosas que tengan nutrientes clave: proteínas, carbohidratos complejos, vitaminas B y C, selenio y magnesio. Estos nutrientes ayudan a que tus niveles de cortisol y adrenalina bajen, haciendo que te sientas más relajado. Una dieta bien equilibrada no solo es buena para el cerebro, sino que también ayuda al cuerpo a funcionar mejor, elimina toxinas, estabiliza la presión arterial y, sí, ¡reduce el estrés! Si con esto no es suficiente y quieres un extra para lidiar con el estrés, puedes probar los complementos alimenticios de la gama Neuradapt de Laboratoires Monin Chanteaud. Su fórmula incluye Rhodiola, una planta conocida por ayudar al sistema nervioso y mejorar el sueño. Puedes encontrarlos en tu farmacia más cercana o en las webs de sus socios.
En resumen
El estrés es un enemigo complicado, pero no invencible. Dale una oportunidad a una alimentación más equilibrada, aprende a identificar tus momentos de estrés, y no te olvides de respirar. Tu cuerpo y tu mente te lo van a agradecer. 😉
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